En homenaje a Borges y su concepción de las bibliotecas como paraísos, en recuerdo de Verlaine y todos los poetas malditos, edito este blog para que mis alumnos puedan recoger todas sus lecturas y sus creaciones. Porque aún tienen toda una vida por hacer, pero yo ya estoy a mitad de camino.

Límites

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar.
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
hay un espejo que me ha visto por última vez,
hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
hay alguno que ya nunca abriré.
Este verano cumpliré cincuenta años;
La muerte me desgasta, incesante.

Jorge Luis Borges.

martes, 18 de mayo de 2010

La carta está sobre la mesa...

La carta está sobre la mesa...
Dijo su madre que casi no se le entendía de lo rápido que lo dijo, y se fue, se fue sin dar ninguna explicación a donde iba, no se había echado ni siquiera el perfume que no olvidaba echarse siempre antes de salir de casa, tampoco se maquilló cosa que era también rarísimo en ella, solamente cogió su bolso que estaba encima de la mesa de madera, y sus llaves en las que van añadidas también las del coche y se marchó. Él hasta le daba miedo coger aquella carta y leer su contenido, pero a la vez se moría de la intriga al ver que es lo que estaba pasando. A si que el chico andaba hacia la mesa donde se encontraba aquella carta, en ese momento se le debían de pasar millones de imágenes e ideas por la cabeza, pero no, el chico no pensaba en nada, mientras se dirigía a la mesa se cruzo por un espejo donde se vio reflejado y se asustó, al verse tan pálido. Por fin llegó, cogió la carta abrió el sobre y había una pequeña nota de color rosa en la que ponía: ¡TE QUIERO!
A el chico se le pasó una de las peores ideas, ¡quizás no quería seguir en el mundo de los humanos!
Estaban pasando una racha muy mala, y se le ocurrió aunque ni quería pensarlo, pero por otra parte sabía que su madre era muy fuerte y le quedaban muchas cosas por las que seguir aquí, y ella no era una cobarde para hacer tal cosa, pero aun así salio disparado y cuando iba por la primera manzana de su calle, sin saber a donde se dirigía vio a el rostro de su madre, y si era ella en la clínica dental.
¡La cita del dentista!, recordó.
Se sentía un poco avergonzado de su propio pensamiento, entró y le preguntó porque había actuado de tal forma.
-Tenía prisa…
Y la carta sobre la mesa, ¿por qué?- dijo el chico respirando profundamente.
-Siempre te lo recordaré, de una forma o de otra, pero quiero que nunca lo olvides, pase lo que pase… Respondió ella.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Perdona, he eliminado sin querer el comentario anterior. En él te decía que tu entrada era hermosísima. Llena de ternura y con bastante buen estilo. Gracias por el esfuerzo.

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  3. Gracias, aunque la verdad iba con prisas...
    escribiendo me desahogo un montón, parece que me gusta.

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